Los autores contraponen dos formas radicalmente opuestas de comprender la realidad y vivir la vida: una centrada en el ego; otra, en el alma. La primera es fuente permanente de confictos individuales y colectivos. La segunda constituye un remanso de paz individual y armoni a social. Sostienen que, para alcanzar la deseada paz en nuestra sociedad, los seres humanos debemos espiritualizarnos. Espiritualizarse signifca verse desde las profundidades del ser humano, es decir, desde el alma, y enraizarse alli para siempre. Exige, primero, perfeccionar y, luego, trascender el ego.
La espiritualidad afecta a todos los ämbitos de la vida humana, desde el modo de vivir en familia o tratar a una persona, hasta la manera de resolver un conficto mediätico o gestionar una empresa multinacional. La fi sica cuäntica, la inteligencia artifcial, la epigene tica y la antropologi a, entre otras ciencias, nos estän mostrando la multidimensionalidad del ser humano y del universo, y su necesaria interconectividad. A la espiritualidad corresponde dar pleno sentido y unidad a la realidad.