El neumotórax se define como la presencia de aire en el espacio pleural. Clasificado en espontáneo, iatrogénico, traumático y catamenial, el neumotórax secundario (NPS) se distingue por la presencia de una patología pulmonar subyacente. El tratamiento inicial varía desde la simple oxigenación y monitorización hasta el drenaje torácico, dependiendo la decisión del estado clínico del paciente. La identificación de la causa subyacente es esencial para guiar el tratamiento. Las etiologías más frecuentes de la EVP son el enfisema pulmonar, en particular el enfisema bulloso, así como las patologías infecciosas (como las debidas al COVID-19 o a la tuberculosis) y las neoplasias. El tratamiento posterior depende de la persistencia de la fuga de aire y de la regresión radiológica del neumotórax. A menudo, el manejo se asemeja a un camino laberíntico que implica una maraña de tratamiento médico, manejo a pie de cama o la decisión de someterse a una intervención quirúrgica. Esta decisión, a veces delicada, debe debatirse en función de varios criterios.