Pocas veces notamos que en cada uno de nosotros ocurre una aventura policial por excelencia, en donde el animus de nuestra persona sale a buscar pistas, huellas, aromas y pisadas de aqué lla nunca bien definida pero siempre presente como suspicacia o como sospechosa, esa anima que representa el complemento de cualquier cuerpo de carne y simbolismo. Y la obsesió n, la aventura y la persecució n de ese dragó n comié ndose la cola se puede comparar con las narraciones sobrevivientes de un Congressus Subtilis, aunque en ocasiones, pueden ser fatales.