Inventar en el desierto
En Piedrabuena (Ciudad Real), hace ciento y pico añ os pasaban cosas muy raras: un tal Sá nchez se fue a Estados Unidos y al volver montó en el pueblo una fá brica revolucionaria (porque fabricaba un aparato para ver a la gente por dentro y porque pagaba sueldos justos; una de estas dos cosas es revolucionaria todaví a hoy). Por esos añ os cundió tambié n la monomaní a de diseñ ar y fabricar el submarino perfecto: con periscopio o sin é l, a hé lice o a brazo, para recuperar el imperio o para mariscar. La cosa, en el caso de Peral, Monturiol y otros, acabó en naufragio, aunque tuvieran a Julio Verne de su parte. No nos olvidamos tampoco de un sabio llamado Cervera que, hasta donde sabemos, es posible que inventara la radio. Y ya puestos a innovar, nada como lo de aquel señ or cura de Segorbe (Castelló n) que hací a mú sica electró nica y diseñ aba sintetizadores mientras Franco andaba por ahí bajo palio.
Ni santos, ni visionarios, ni locos: genios españ oles. En medio de la nada, o en un paí s que los saludó como a reyes y los olvidó como a mendigos.
Con una historia que merece ser contada y leí da. por aquello de conocer el pasado y repetirlo
un poco menos.