'Pocas veces se habla de la responsabilidad que se vieron obligados a asumir muchos escritores despué s de 1945, cuando todos los caminos parecí an ya trillados y agotados. Iris Murdoch fue una de las que má s en serio se tomaron el trabajo de volver a pensar la tradició n europea. Su contribució n, a estas alturas del siglo XXI, merece ser reconsiderada a la luz de los peligros que ahora nos acechan'.
ANDREU JAUME, Letras Libres
El auge del existencialismo en la cultura europea de los añ os posteriores a la Segunda Guerra Mundial puede explicarse, en gran medida, por las intuiciones que esta escuela de pensamiento ofrecí a a la hora de enfrentar vitalmente las terribles consecuencias del auge de los fascismos y del conflicto armado má s devastador conocido hasta la fecha.
Derivado en gran medida del romanticismo ; al fin y al cabo, el empeñ o ú ltimo de filó sofos como Hegel o Schelling fue en realidad la bú squeda de la libertad del individuo; , el existencialismo tení a tambié n un distintivo halo heroico; de ahí que los protagonistas de las novelas má s representativas del movimiento fueran a menudo jó venes en busca de sentido, asfixiados por una sociedad caó tica, ajena y desorientada. Ese fulgor de juventud en las obras de Albert Camus, Simone de Beauvoir o Jean-Paul Sartre resultaba pues enormemente atractivo, brindando a las nuevas generaciones de intelectuales la posibilidad de soñ ar, a pesar de todo y de todos, con una cercana y prometedora reconstrucció n de la esencia del ser humano.